martes, 15 de diciembre de 2015

Damero...



Cual extremos nerviosos, sensitivos, tus manos me regresan la experiencia que mi incompleta piel no puede resumir.
Cuando te posas en mi, se prolonga la agónica belleza del sentir. No he sabido la inmensidad de mi alma, hasta que mi extensión en ti, con múltiples periscopios, me han devuelto imágenes de mi inquieta profundidad.
Una larga noche me encuentra en el laboratorio de negativos que se desvanecen, para dejar como único vestigio la imagen, aquella que se ajará con los años. Me percibo entonces, en lo que no muere, ese fluir de átomos a lo largo de mis venas, ese calor que recorre -y no se queda-, cada centímetro de epidermis.
Falta, para la perfecta técnica, el saber que de dos partes se compone cada cosa: luz y sombra, frío y calor, negro sobre blanco, vida y muerte.
Un ajedrez borgeano desprende alguna lágrima… estás cerca, aunque lejos…sea la otra pauta del damero.

María Williams


Imagen: Arteide.